pre-subnormales

septiembre 20, 2010

Como miembro de esa generación que ni estudia ni trabaja, ni estudiará ni trabajará, de esa generación que entona el no future sin vía de escape y que se resigna a viajar por el tiempo y por los derroteros impuestos por algún ente superior gubernamental o incluso espiritual: me cago en Dios (exista o no, me da igual).

Me cago en dios porque nos han convertido en producto. No cuentan con nosotros para otra cosa. Nos nombran, se compadecen de nosotros. Que graciosos, la generación Ni-ni! Los pre-parados. Buen juego de palabras, hijos de puta. Nos dedican reportajes en la televisión, programas propios. Apareceremos en los libros de historia: aquella generación de subnormales! Es frustrante no saber además a quien dirigir todo nuestro odio. El sistema? La sociedad? Yo? La Crisis (con mayúscula de nombre propio, o de excusa-para-todo).

Palmadita en la espalda: «ya encontrarás algo!» Y una polla. Maldigo el día en el que decidí cursar estudios universitarios, advirtiendo con mal criterio que me auguraba un futuro prometedor y provechoso, mejor en apariencia -infeliz de mi- que el de aquel balaperdida de clase (con respeto a los balaperdidas) que decidió «currar con el viejo».

Queremos trabajar, el mercado está colapsado. Aceptaríamos cualquier cosa, cualquier sueldo. «Yo quiero trabajar de lo mío». «Te ofrecemos limpiar la jaula de un león hambriento en el zoo sin protección alguna».

Coger el papel salmón y ver que las ofertas de empleo se reducen a peluqueros o esteticiens, a repartidores de periódicos o a empleados de restaurantes de fast-food es bastante complicado de asimilar. Aunque más complicado de asimilar es el hecho de que pierdas el culo por ser el honorable elegido de la empresa contratante entre los mil quinienetos treinta y tres inscritos a la oferta.

Parafraseando, o mejor dicho, robando el eslogan a Marx (Groucho no, el otro, el serio, el de los libros de filosofía y economía, el del Capital): UNIVERSITARIOS DEL MUNDO, UNÍOS.


Andrés Calamaro @ Kursaal, Donostia. 4-9-2010

septiembre 5, 2010

Antes de escribir cualquier cosa, he de aclarar que condené el concierto tras las dos primeras canciones, a causa de lo pésimo del sonido del micrófono de Calamaro y de lo estafado que me sentía en el anfiteatro superior del Kursaal, en el que incluso los instrumentos, a pesar de escucharse con cierta nitidez, llegaban sin fuerza a nuestros oídos. Lo siento, ‘Salmón’.

Andrés Calamaro llegaba ayer a Donosti, previo paso por Londres como él mismo se encargo de explicar durante el concierto. El argentino presenta su nuevo disco, ‘On the rock’.

Andrés Calamaro

Andrés Calamaro

Andrés tenía ganado al público antes de empezar. Los y las fans, equipados en muchos casos con merchandising argentino de mercadillo, y que por cierto, no llenaban el auditorio, coreaban su nombre, aplaudían con furia y entonaban cánticos más propios de ‘La Bombonera’ que de un concierto de Rock. Claro que a lo mejor, hace tiempo que el brillante compositor de la ‘Alta Suciedad’ o de ‘Honestidad Brutal’ dejó de hacer rock, aunque se empeñe en decir lo contrario.

Habiendo ganado el partido de antemano, lo cierto es que la actitud de Calamaro no fue reprochable. Fue generoso con el setlist, ofreció un show de 2 horas y media, y tuvo momentos realmente inspirados como la interpretación de algunos de sus clásicos de primera época como ‘Alta Suciedad’, el que fue probablemente el momento más rockero del concierto; ‘Comida china’, o algunas de sus canciones más populares como ‘Estadio Azteca’, ‘Paloma’ o la archiconocida ‘Flaca’, que puso broche de oro a la actuación. Lo cierto es que Calamaro tiene un repertorio que se defiende sólo, y que por muy mal que suene la sala o por malo que esté siendo el concierto, siempre puede tocarte la fibra recordándote relaciones pasadas o amores jóvenes en cuyas bandas sonoras siempre estaba ‘Te quiero igual’.

Echamos de menos en el discurso entre absurdo y surrealista de Calamaro (efecto de la droga, suponemos), referencias a su incendiaria pasión taurina o algún insulto o desprecio a sus seguidores del Twitter. Sin embargo, Andrés quiso hacer gala de oportunismo, populismo, o llámenlo como quieran, haciendo subir al escenario a su ‘amigo Fermín’ (sí, Muguruza), con quien además de ilustrarnos con un discurso político que rayó lo casposo, se marcó un par de colaboraciones versionando a Bob. No a Dylan, sino a Marley, pues Calamaro parece haber cogido un excesivo gusto por el ‘reggae’, ‘deleitándonos’ ayer con unas tres versiones del jamaicano como ‘I shoot the sheriff’ o ‘No woman no cry’, o ‘Get up stand up’. Lo cierto que en su setlist hubo mucha versión -incluyendo a los Stones-, y en algún momento del concierto se escuchó un «TOCA LAS TUYAS» por parte de algún asistente.

Si sumamos al siempre molesto ambiente fan; la frialdad de la butaca para ver rock; el postureo y el teatrismo del propio Calamaro; y el lamentable sonido del micrófono que hacía que las siempre inspiradas letras del bonaerense no se entendiran en ningún momento; para que el concierto bajara del cinco o el seis raspados al suspenso sólo faltó que apareciera por ahí el ‘Langui’. Por cierto, mención especial a lo lamentable del momento en el que Calamaro interpretó una versión de ‘Imagine’, de Lennon, más propia de un karaoke de Benidorm que de un concierto de ‘Rock de verdad’, como dice Andrés.